Eran las ocho de la mañana y yo, medio dormido veía cómo mi padre enlazaba
curvas hasta llegar al cruce de Aríñez, y allí ya me desperté. Ya se notaba
ambiente racing en la zona, llantas de perfil bajo, escapes libres, rugidos de
motor…se notaba que allí, tiempo después se iba a disputar una vez más el
Rallye Villa de Teror.
Y eso que no eran los coches de competición, eran los
coches de algunos de los aficionados, que procuraban tener su coche perfecto
para ese día. Ese es el entrante de un día de carreras, el hecho de ver
auténticas joyas a las que se les dedican horas y horas de trabajo. Lo fuerte
vendría después.
Tras acomodarnos y buscar un hueco seguro para verlo
todo, ya estábamos preparados para ver
uno de los deportes más espectaculares de nuestro país, y más en las
condiciones en las que se iba a
disputar, asfalto mojado y neblina, todo un desafío para pilotos.
Tiempo después y mediante la radio, llegaron las buenas
noticias, coche número uno en pista.
Pasaron tres minutos y ya se podía oír fugazmente el rugido del motor del Honda
Civic de Ángel Marrero; dejó de oírse,
pasa la chicanne y de nuevo se oyen esos 280 CV atmosféricos rugiendo para
llegar al cruce; y ahí está, apurando la frenada con los discos de freno al
rojo vivo, aprovechando cada centímetro del cruce para marcar el mejor tiempo.
Se fue igual que vino, lo más rápido que pudo. “Él gana
el rally”, pensé yo.
Sin mucho tiempo para desglosar su paso por el cruce , ya
venía el coche número dos, el Mitsubishi Evo IX (el coche que a priori era
ganador, debido a su tracción 4x4, muy efectiva en agua) de Vicente Bolaños; apenas se le oía llegar , debido a su motor “todo turbo”, que lo hacía muy
silencioso, excepto en las reducciones, que dejaba una espectacular sucesión de
explosiones y petardeos.
Pasa la chicanne, y de nuevo el petardeo, que indicaba
que ya estaba a punto de negociar aquel complicado cruce. Tras la brusca
frenada, busca el hueco y en ese momento tira del freno de mano, el coche se
cruza con ayuda de gas y casi sin darse cuenta, el Mitsubishi trompea
irremediablemente. “Que poco agarra el neumático de seco en agua”, debió pensar
Vicente, que posteriormente pudo continuar el tramo, pero desde la cuneta se
veía que no iba cómodo, que la condición del asfalto no era su favorita.
Tercero, una leyenda viva del
automovilismo canario, José María Ponce y su inseparable BMW M3, que disputaba
con este mítico coche su penúltimo rallye. Pero lo que se oía desde lo lejos,
no era lo esperado. Un rateo de motor muy desagradable empañaba el agradable
sonido de BMW Motorsport. El motor
estaba funcionando en tres cilindros, en vez de cuatro; con ello perdía mucha
potencia, que tampoco le impedía correr hasta donde podía. Según sus propias
declaraciones, intentarían arreglar en la asistencia y reengancharse ya sin opción
a podio, pero si a disfrutar de la conducción.
En cuarto lugar salía Miguel Ángel
Quintino con idéntica montura a su antecesor. El sonido del BMW se podía
percibir desde lo lejos, pero fugazmente. El sonido se intensifica, desaparece
y vuelve a entrar a escena a apenas cien
metros del cruce. Apurando la frenada, negocia la curva sin mayores
complicaciones, sin arriesgar, sin querer darlo todo. Lógico, era el primer
tramo y no llevaba una monta adecuada de neumáticos. Aún así, a la salida del
cruce y tras dar gas, el coche derrapa tanto de la parte delantera como la
trasera, controlando el viraje sin apenas problemas. Desgraciadamente, en el
sexto tramo, llegando a meta tenía un fuerte golpe.
Modesto Martín y Nayra Padilla,
cumplían un año desde su debut en rallyes, en esta ocasión con el Porsche
911-996 GT3, un coche poco ortodoxo por su mecánica “todo atrás”, ya que cuenta
con motor, tracción y caja de cambios en la parte trasera. Por ello, derrapaba
en exceso, al tener todo el peso en la parte trasera , esto se unía a una potencia de más de 400 CV, y
por lo tanto se convertía en un automóvil algo difícil de pilotar.
Esto no era nada para Modesto,
especializado en la modalidad de drift ( competiciones de
derrapes), que con sus manos realizó espectaculares maniobras en casi todas las
curvas de los ocho tramos que se disputaron. Fue espectacular y a la vez
efectivo, tanto que ganó dos especiales cronometradas.
Su paso por el cruce de Aríñez
no fue menos espectacular; tras apurar la frenada, el Porsche por la inercia,
sobreviraba hacia el lado opuesto del cruce y con un toque al freno de mano y
un posterior acelerón, lo colocaba en la
dirección correcta, con una bonita cruzada y el motor acelerado rozando el
corte.
Vicente Bolaños - Magnolia Herrera - Mitsubishi Lancer Evo IX
Jose Mª Ponce - Carlos Larrodé - BMW M3
Miguel Quintino - Carlos García - BMW M3
Modesto Martín - Nayra Padilla - Porsche 911-996 GT3
Vicente Bolaños - Magnolia Herrera - Mitsubishi Lancer Evo IX
Miguel Quintino - Carlos García - BMW M3
Modesto Martín - Nayra Padilla - Porsche 911-996 GT3
Próximamente, “Rally Villa de Teror 2015 VOL II”.
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